miércoles, 24 de abril de 2024

Adiós a DDV. Otro blog / blogger que se nos va

 



Pues que ha escrito DDV, el miércoles 27 de marzo, que se nos va. Este ha sido uno de los blog que más he seguido y que consideré fundamental al momento de planificar el puteo en Madrid. Las razones que presenta DDV son comprensibles y quisiera comentaros punto por punto algunas de ellas, porque quizás, este será el destino de todos los blogs: transformarse o desaparecer.

1. Bajada del número de lectores y, en consecuencia, poca o casi ninguna interacción.

Estoy impresionado de lo poco que se lee ahora, no solo blogs, si no cualquier cosa. A mi alrededor están creciendo chavales que detestan la lectura. No es que en mi época fuera distinto, pero por lo menos, no había un odio encarnizado a la lectura. Ahora bien, es cierto, ha bajado considerablemente los lectores de blogs, bien sea porque se han aburrido, han migrado a otras plataformas o no tienen tiempo.

2. No salir como antes y problemas de salud.

Esto es algo que me está pasando también. Por fortuna, no la salud, pero no salgo como antes. Hace diez años atrás yo salía de homoputeo una vez por semana, en verano ¡hasta casi todos los días! Pero ahora, salvo la movida de puteo en América, no salgo. Me conformo con follarme a la parienta o que ella me folle a mi. El no salir trae una consecuencia nefasta: no hay historias que contar y en este tipo de blog no se escribe ficción.

3. Cambio de plataformas.

La maravilla de DDV era que procuraba mantener la agenda de clubes en Madrid  y Barcelona, con uno que otro post informando de alguna fiesta o evento. Indudablemente, otras redes como Twitter y Telegram son más efectivas al momento de difundir info sobre convocatorias o fiestas. Yo que sigo a la antigua, pero algún día tocará meterse en esas para informarse.

DDV expone otras más, pero lo que no hay duda es que: la gente le interesa menos leer blogs y que nos estamos poniendo viejos. Yo mismo escribí un post en donde me había descubierto viejo-maricón. Ya no soy el jovencito putañero de otrara. Ahora, entre ir a El Retiro a buscar acción o quedarme en casa viendo una peli, pues están ganando las pelis. Mi vida en pareja con la Montse va viento en popa y desde que ella ha descubierto que le gusta follarme con un dildo, pues ese lado anal lo tengo parcialmente satisfecho. Y digo parcial, porque nada será igual que ser follado por un macho de verdad.

Yo he pensado en dejar el blog de vez en cuando, especialmente entre 2019 y 2020 pensé que no escribiría más, porque aunque no lo creáis, esto de escribir es un curro. Yo puedo estar sentado frente a la compu una hora y apenas alcanzo a escribir 473 palabras. Que esto, no es fácil. 

No os lo voy a negar: el día que me canse, dejaré de escribir. No sé si lo anunciaré o lo dejaré así. Pero todo tiene su final, solo que uno nunca sabe.

¡Larga vida a DDV! ¡Muchas gracias por tanto! 




miércoles, 10 de abril de 2024

Sexo en Medellín (Parte 7) - Una de dominatrix

 


Esta es una historia sin sexo. 

Como os he comentado, Medellín es una ciudad muy sexual, pero en donde debéis conocer los códigos, los lugares e incluso, conocer a los habituales para disfrutar del sexo sin problemas. Yo había hecho mi ronda por clubes “swingers” -entre comillas, porque había algunos que no lo parecían-, y os había comentado de mis tres visitas a El Sillón Rojo. Aunque, ahora que recuerdo, hubo una cuarta, pero la puerta se trabó y nunca me pudieron abrir. Di media vuelta y no volví. No tanto porque la puerta tardara en abrir, sino que pensé: “¡Ostias! ¡Llega a haber un incendio y la que se lía!”. Me olió a maricón asado y no volví. 

 
Las visitas a las casas de putas habían sido fructíferas; pero me apetecía que me follara una tía. Cosas de la vida, que a veces queremos pollo, otro pescado y a veces, las dos juntas. Pongo en Google “Dominatrix, Medellín y contacto a una tía. [No pongo el enlace aquí, porque la experiencia no fue buena. Mejor dicho, no se dio y por eso fue una mala experiencia y no quiero perjudicar a nadie]. 

La tía se vendía como la mejor dominatrix de Antioquia (Provincia en donde está Medellín). Que si ella tenía todos los juguetes. Que si te meaba, que si te follaba con arnés, que si te humillaba, que si te golpeaba y escupía. En fin, una cantidad de cosas que puede ser placentera para algunas personas, no para mí, pero por lo menos, se ofrecía algo. Además, en las fotos de internet la tía mostraba un estudio con un sling que se veía prometedor. Reviso la ubicación y ¡oh, sorpresa! Estaba ubicada a menos de 500 mts de donde estaba mi hotel, en Laureles. Pues nada, le escribí a la tía: “Hola. Estoy de visita en la ciudad y quiero que me folles con un dildo sobre el sling”.  
 
Aquí comenzó una larga cadena de errores que te hace comprender que no estás en Ámsterdam, que estás en Medellín, una ciudad que ofrece mucho sexo, pero que no es fácil de conseguir. 

La tía responde casi nueve horas después. Que si había estado ocupada y tal. Le vuelvo a responder y quedamos en que me atendería al día siguiente a las 11 am y que me daría la dirección exacta una hora antes. 
 
A las 10 am le escribo para confirmar y me de los últimos datos para llegar al piso en donde atiende, pues la tía tiene su estudio de sadomasoquismo en un departamento residencial y la discreción es fundamental.  
 

No contesta. 
 
La tía vuelve a respondes casi ocho horas después, pero enviando la misma información plantilla que ya me había indicado.  
 
Lo anterior se repitió como tres veces más, hasta que al final, me cansé y no seguí intentando. 
 
Estas son las cosas que perjudican el turismo sexual: total franqueza o, por lo menos, que se diga de una vez: “No puedo atender” o qué se yo. Lo terrible, es que, en medio de esta conversación, contacté a otras dos tías que decían ofrecer los mismos servicios. Una respondió tres días después diciendo que estaba ocupada y la otra nunca respondió. 
 
De esta manera, en Medellín no tuve ninguna experiencia con dominatrixes ni con travestis, aunque con esta última especia, hubo algo de acción en Bogotá, que ya os contaré.



jueves, 28 de marzo de 2024

Sexo en Medellín (Parte 6) - El sillón rojo (Parte 3)

 Visita por tercera vez a El Sillón Rojo.

En esta ocasión, somos cinco tíos. Uno moreno, delgado y algo apetecible; un tío algo mayorcito y dos críos con cara de macarra. No me gusta la mirada de los tíos. No es la típica mirada de andar cazando o puteando. Tienen una mirada más cercana a "te voy a dar una puñalada" que de "como de mi polla".

Me pongo algo nervioso, porque las noticias sobre asesinatos de gays en Medellín es casi que el pan nuestro de cada día. 

No pienso convertir este post en una especie de noticiario, pero podéis imaginaros el nivel de homofobia y violencia con solo ver estos titulares:




https://caribeafirmativo.lgbt/17988-2/
 

https://elpais.com/america-colombia/2023-03-15/la-violencia-contra-la-poblacion-lgbti-no-cesa-145-asesinatos-en-un-ano.html

A pesar de mis miedos, continúo en el local. Todavía recuerdo la última visita en donde toqué el cielo sentado en el susodicho sillón. No os voy a negar que fui con la ilusión de por lo menos, si no me encontraba al mismo tío de la vez pasada, por lo menos tendría alguna aventurilla. Pero esta vez no fue así.

Los chavales me tienen nervioso, esta vez se me acercaron por detrás y no me gustó la actitud. No era de macho-activo-dominante; era más de "a este le damos de puñetes". Me les escapo y me le acerco al barman. Le pregunto si conoce a los chicos y me dice que no, que cree que es la primera vez que vienen. 

Me tranquiliza el nivel de tranquilidad del barman. No le comento nada de mis miedos, porque no quiero que se interprete como algo racista o por el estilo. Decido irme, sin ni siquiera una caricia. Ni una paja. 

Ya vendrán tiempos mejores.






 

miércoles, 13 de marzo de 2024

Sexo en Medellín (Parte 5) El sillón rojo (Parte 2)



Luego de mi primera visita a El sillón rojo, en donde participé en una orgía con seis machos pollones, era lógico que volvería a por más. Además, el garito estaba cerquita del hotel donde me estaba quedando, echaba un paseo de unos diez minutos y ya estaba en pleno puteo. Como andaba pillado de tiempo, tenía que exprimir al máximo las opciones para dar una vuelta. Así que me di la vuelta. 

La dinámica que yo viví en El sillón rojo fue similar en los otros sitios de puteo que visité: poca clientela que se mantenía durante largas horas dando vueltas, tímidos y, cuando se entregaban al puteo, todo era fuego, sexo, sudor y semen. Entendí que la gente de por aquí se toma su tiempo para lanzarse de lleno. Eso sí, una vez que toman la decisión, se entregan completamente al desenfreno, tal y como experimenté en mi primera visita. 

La segunda visita la hice un sábado por la tarde. Llegué sobre las 14 h. Conmigo, eramos tres la peña. Un pequeñín simpático, pero que no hacía ni se dejaba hacer y un negro cubano, de casi dos metros, gordo y pollón. Al cubano le comí un rato la polla en algún rincón, era una verga inmensa que no me cabía en la boca y menos en el culo, pero para pasar la tarde del sábado no estaba nada mal. El cubano me quería follar, pero le dije que no, que esa polla no entraría por ninguno de mis orificios. ¡Y mira que me he metido cipotes enormes, largos y gruesos! Pero es que este no entraría de ninguna manera. Le pedí que me comiera un ratito la polla, que me diera un gustito, pero dijo que no, que él es cubano-activo. Pues, qué pena, le dije, porque si me comes la polla quizás se me dilataba el culo y follabamos. Dije esto pensando que quizás se animaría, en otras ocasiones, los machos me dan placer bucal, me toquetean un ratito el culo y termino en cuatro patitas, empotrada cual perra pasiva. Pero el cubano se negó. Yo, que también necesitaba de atenciones, lo dejé.  

El problema con locales tan pequeños como El sillón rojo es que, si no hay ambiente, no hay espacio para putivueltas. De hecho, en 37 segundos exactos podéis recorrer todo el local. Entonces queda esperar. Como os comenté, el sling no tiene posapies, por lo cual, tumbarse allí y esperar a que apareciera un macho hubiera sido imposible. En la camilla de la mazmorra dormí una siesta, esperaba que algún macho me despertara, bien sea que me diera de mamar o me la mamara, pero nadie se apareció por ahí. Me tumbé un rato en el sofá del minicine, pero no pasaba nadie y la peli era la misma de la vez pasada. El tiempo pasaba. Recordé uno de los comentarios que había leído en Google, que decía que en El sillón no pasaba nada de nada. Hice otra putivuelta de 37 segundos y éramos los mismos  tres tristes tigres: el pequeñín, que seguía tímido y el cubano, que me hizo el gesto de “Anda, déjate follar”.  

 

Sonó la puerta. ¡Ála, que llega la gente!  
 

Decidí esperar en el minicine.  

 

Al rato se aparece un tío blanco, 1.70 cms, cuerpo tonificado, jockstrap negro con bulto prominente, lleva botas militares. El tío da vueltas por todo el local, parece un tiburón dentro de una pecera de carassius auratus. Yo estoy medio dormido y no termino de hacer contacto visual con el tío. Me estoy quedando frito cuando el enano se dirige hacia la mazmorra, seguido por el tipo del suspensorio. Pasan un rato y no vuelven. Me levanto del sofá de la minisala con aires de cazador. No me importa si no me invitan a follar, estaré encantado de ver mientras le doy a la zambomba. 

Camino hacia el fondo, escucho jadeos de placer, está el pequeñín sentado en el sillón rojo mientras el tío de jockstrap le come la polla. ¡Nada tímido el pequeñín, que es una zorra! El pequeñín grita y dice en ese asento sudamericano que qué rico y tal. Me paro frente a ellos y me pajeo. Estamos cada uno en lo suyo cuando el pequeñín le dice que ya basta, que no se quiere correr. Se levanta y se va. Yo sigo allí, pajéandome. El tío de jocks me muestra una sonrisa y me hace señas para que me suba al sillón rojo. Yo accedo. 

El colega no se anda con chiquitas y va al grano. Chupetón de polla, de huevos, lengüetazos en el culo, todo a toda pastilla, con la presión justa pa' dar gustirrinín. No han pasado ni dos minutos cuando me mete dos de sus dedos de la mano izquierda en el culo. A la vez, el tío trastea con mis pezones, los lame, muerde y pellizca. Estoy en éxtasis. Le toco el paquete al tío y colabora, se saca un pollón de unos 22 cms, grueso, pero siempre en estado morcillón. Estamos en plan de caricias y el tío me busca la boca, yo estoy perdida, así que me dejo hacer. El tío no me saca los dedos del culo y sigue plan mamadas, tetillas y besos. Comienza a decir que qué gustazo le estoy dando, y mi polla ¡qué polla tienes, tío! ¡Me la comería por siempre! Todo lo decía en tono suave, lleno de morbo. Me puso a millón y le dije que me iba a correr. ¿Quieres que te folle mientras te corres? Me preguntó. Dije que sí. Se puso una goma, se paró frente a mí. Su polla morcillona se puso tiesa. Como yo tenía el culo dilatado, la polla entró con facilidad. Apenas la tenía completita en el culo, dio varias envestidas a toda caña. Allí corroboré que el sillón rojo no solo aguantaba la fuerza de un buen macho, sino que era un sillón mágico, os lleva a los cielos y al éxtasis. Me corrí con dos inmensos chorros que parecía una fuente, sobre mí cayó más lefa y el tío creo que también se corrió. Nos estuvimos dando besos un largo rato, nos chupamos las lenguas hasta quedar exhaustos. Me ayudó a bajar del sillón y quedamos en vernos en un rato.  

Fui al lavabo, me limpié y cuando salí, el tío de jocks se había vestido y bajaba las escaleras rumbo a la calle. Me había hecho ilusión una segunda follada con el tío. Pero no siempre se consigue lo que se quiere.  

(Continuará)