Después de mancillar mi honor el fuckin’ asutraliano
llenando mi rostro de su espesa lefa, el tío por lo menos fue muy gentil y me
dijo que en la cocina había comida y cerveza. Que considerara que esa era mi
casa. Que fuera a la cocina y tomara algunos aperitivos. La verdad tenía ganas
de seguir follando, pero tanto tiempo con la polla del australiano en mi boca
me había secado la garganta pues soy de los que cuando hacen sexo oral tienden
a salivar en exceso. En mi caso, lo hago de manera consciente pues deseo que mi
saliva funcione como un lubricante natural.
XX
¡Vaya sorpresa me llevé al entrar a la cocina! No
solamente había cualquier cantidad de comida y bebidas que uno pudiera
imaginarse. ¡Había de todo un poco! Queso manchego, pinchos de tortilla de
patatas, aceitunas de todos los colores y tamaños, torrejoncitos, pan y
salchichas para perritos calientes, botellas de cervezas hasta el techo y
muchas botellas de vino tinto y sidra. Esto no era una orgía, pensé, esto era
realmente una bacanal.
XX
Pero lo más interesante no estaba en estas cosas. En
plena cocina, desnudos como Dios los trajo al mundo, estaban seis tíos follando
entre ellos. Estaban conformados en dos tríos y repetían la misma técnica y
posición que padecí con el australiano: uno en el centro quien ofrece su boca y
su culo en ofrenda al dios Baco, mientras es follado por ambos lados. ¿Era
quizás la “marca” de la reunión? Me gustó en verdad el espectáculo pero los
tíos e cuestión obstaculizaban el libre tránsito hacia la nevera. Para lo cual
pedí permiso, y sin dejar de follarse al tío me abrieron paso. Hubo uno quien incluso
me abrió la nevera y me dijo, mientras se follaba a un tío por el culo, que
había cerveza fría en la hielera. Cogí una Mahou y le agradecí, le rocé
levemente con la cerveza helada un pezón y el tío me regaló una sonrisa. Era
otro morenazo, solo que esta vez creo que era sudamericano.
XX
Con cerveza en mano me dirigí al baño a ver si
tomaba una ducha, pues después de la follada me apetecía lavarme y descansar un
ratito para seguir en la faena. Al llegar al baño la ducha estaba ocupada por
tres tíos que se estaban bañando simultáneamente, se enjabonaban y se magreaban
los paquetes con jabón una y otra vez. Se deban besos entre los tres. Pude
distinguir claramente que dos eran extranjeros, quizás de Europa del Este o Europa
del Norte, no estoy seguro. El otro tío era español y además gallego. Me
invitaron a unirme al rollo pero yo sólo quería ducharme. Entendieron y rápidamente
salieron de la ducha dejándola para mí. Solito. Estos gestos los agradezco,
pues se veía la estaban pasando bien. El tío gallego me dijo que estarían por
allí por si quería unirme al grupo. Le agradecí y le dije que ya veríamos.
XX
Me duché. Salí del baño completamente desnudo y me
dispuse a dar un recorrido como si de una sauna se tratara. ¡Menuda orgía! En
todas las habitaciones no había menos de diez personas follando en un
todos-contra-todos. La última habitación fungía de cuarto oscuro, pero había
una lamparita que alumbraba un poquitín. En esta habitación estaban los que
follaban con toda su fuerza y sin piedad por el culo del prójimo. Pude apreciar
que en una mesa tenían un espejo con unas cuantas líneas de lo que supuse era
coca y frasquitos de poppers de todos los tamaños y colores. Uno de los tíos me
invitó a entrar tocándome sin vergüenza alguna el culo. ¡Pero una tiene
dignidad! Así que me resistí y decidí volver a la cocina a buscar otra cerveza. ¡Lástima de haber
rechazado al vejete que me había tocado el culo! Pues le calculaba unos 60 años.
La edad que me gusta en los abueletes morbosos del Cine Duque de Alba.
XX
Cuando llegué a la cocina eran otros los tíos que
estaban follando. Seguían siendo seis, pero en esta oportunidad estaban más
pudorosos y los tíos completamente desnudos estaban magreandose en parejas.
¡Vaya, por lo menos se puede coger una cerveza sin molestar a nadie! Pensé.
XX
A mi alrededor no veía al tío australiano que
gentilmente me había invitado a pasar el rato en tan agradable peña. Quería
verlo para agradecerle, quizás charlar un ratito con él para poner en práctica
mi inglés y ¿por qué no? Quizás pudiera comerme esa polla de nuevo. Me comencé
a fastidiar del folleteo así que decidí salir y dar una vuelta por Chueca. A
penas eran las seis de la tarde y el día no había terminado. ¡Pero menuda tarde
que había pasado!
XX
Este lo había
considerado mi primera participación activa (aunque fungí de pasivo) del
Orgullo Gay en Madrid. Sin duda alguna tendría que repetir para los próximos
años.