jueves, 25 de junio de 2015

Apuntes para el “Diario de un tío Bisexual”




Soy de los que le gusta amanecer en su propio lecho. No importa con cuántos tíos o cuantas tías haya follado yo la noche anterior. Tampoco importa dónde ni cómo, pero el dormir hasta la mañana siguiente debía hacerlo en mi cama. Salvo en algunas ocaciones en que amanecía en los brazos de Federico en el hotel donde él pernoctaba, de resto siempre quiero amanecer en mi casa.
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Además, he tenido como código no llevar a “amantes ocasionales a mi piso, sean estos hombres o mujeres. Quizás la razón de esto se deba a que en Madrid todos los vecinos de mi edificio me conocen, saben de mi rutina y mis hábitos. Soy un tío muy conversador y colaborador para lo que venga, además de ello me considero el vecino ideal: no me hago sentir. En mi piso mantengo el silencio absoluto. Las paredes son muy delgadas y no me gusta hacer ruido. Cuando algún vecino me ha pillao llegando al amanecer después de alguna de mis orgías madrileñas, espero que siempre hayan pensado que anduve de juerga pateando las calles de Madrid. Bueno, eso es lo que yo espero que piensen. Además, ellos conocieron a Laura y me sabían abiertamente heterosexual. ¿Que por qué no salgo del closet, pensáis? Pues la verdad, por ahora me siento más cómodo llevando la vida así.
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En Barcelona me pasaba igual. Después de un buen rollo y alguna que otra follada que ocurría en la madrugada de estos veranos de nuestro Señor, luego del orgasmo respectivo y de algún cubata o algunas cervezas, me gustaba volver al piso que la compañía me había alquilado. Volver solo y dormir a mis anchas.
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En Barcelona mantuve la misma sacra disciplina. A pesar de que nunca vi a mis vecinos y era un total desconocido, nunca llevé a ningún “amante” al piso. Y pongo “amante” entre comillas porque la realidad eran tíos o tías para follar, sin ningún ánimo de entablar una relación. Sin embargo, una sola vez rompí esa regla. ¡Pero solo una vez! Fue en Barcelona y fue con Madeleine. Pero Madeleine merece su propio post. Fue una aventurilla heterosexual de verano. ¡Venga! Ya se lo dedicaré en otra ocasión.

jueves, 11 de junio de 2015

Muchas pajas y pocas leches




Barcelona en verano al igual que cualquier ciudad de España en estas temporadas cambia su aspecto ofreciendo muchos turistas y los nativos tienden a desaparecer, bien sea que se queden en sus pisos encerrados disfrutando del aire acondicionado o que hayan decidido pasar vacaciones fuera de la ciudad.
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Los bares de encuentros gay por estas fechas al igual que las saunas ofrecen poco que comer y aquellas personas que suelen ir con frecuencia y que podemos reconocer como asiduos visitantes de estos sitios, habían prácticamente desaparecido.
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El verano me había cogido en Barcelona. Salvo algunos fines de semana que fui a Madrid a follar con Isabel y hacer mi rutina de ejercicios anales en The Cage y The Ring, tuve que pasar mayor tiempo en Barcelona.
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En esta ciudad me había aventurado unas tres o cuatro veces al Cine Arenas. Realmente no hay mucho que contar. Una que otra follada, una que otra mamada. Pero en realidad eran muchas pajas y pocas leches.