jueves, 2 de marzo de 2017

He has never wanted to be like anyone (o Tarde de jueves en el Sauna Bruc)




Como ya me había sucedido en varias ocaciones desde que estaba en Barcelona, tendría un largo fin de semana comenzando ese jueves por la tarde, tomándome todo el viernes con su respectivo fin de semana. Había salido ese jueves temprano del curro. Si salía algún inconveniente pues tendría que hacer acto de presencia en el curro, pero mientras tanto, era libre. Tomé entonces la decisión de hacer mis dos tipos de turismo: el primero, turismo sexual. Visitar algunas zonas de cruising, algunos saunas y quizás una visita al Cine Arenas, aunque este último no me había entusiasmado tanto y por último un turismo ordinario: algún museo, alguna tienda.


Ese jueves llegué al Sauna Bruc, pagué mi derecho a entrar y me preparé para ir a las duchas. Estaba saliendo de la zona de duchas y me disponía hacer un recorrido táctico cuando se apareció frente a mí un tío bastante alto con gafas culo de botella y un cuerpo lleno de pelos. El tío no me había dado ni tiempo de entrar a la zona de saunas cuando comienza a acariciarme los pezones. El tío en cuestión no me excitaba, pero su manera de tocar los pezones me gustó sobre manera, además, tenía yo casi dos semanas sin hacerme una paja, sin que nadie me hiciera algún cariño.


El tío comenzó a magrearme el paquete y me quitó la toalla, allí frente a todo el mundo, en pleno pasillo, pero en realidad apenas habías tres tíos que se quedaron viendo el espectáculo. El tío se arrodilló frente a mí y comenzó a comerse mi polla que en cuestión de segundos se puso dura como un roble. Al tío se le cayó la toalla y pude apreciar que tenía una considerable toalla en estado de reposo.


El tío continúo comiéndose mi polla mientras me acariciaba las nalgas y comenzó a meterme el dedo en mi humilde y sencillo ojete que había yo previamente lubricado. Entró un dedo sin problemas, mientras el tío seguía chupando la polla como si fuera a morir. Sabía yo que no iba a durar tanto. Par de semanas de celibato obligado me pasarían cuchillo de un momento a otro.

_Me corro –le dije.

El tío murmuró algo sin sacarse mi polla de su boca, pero inmediatamente entendí que decía “está bien, córrete en mi boca”, porque el tío seguía mama que mama, chupa que chupa.


No aguanté las ganas y me corrí. Sentí como el tío me hundía más el dedo en el culo y como se llevaba mi polla hasta lo más profundo de su garganta. Pegué un grito de placer. A nuestro alrededor seguían los tres mismos tíos, de los cuales uno se había quitado la toalla y se hacía una pajilla con una polla bastante flácida.
El tío que me la mamaba en cuestión se levantó devolviéndome la toalla. Me dio una palmadita en la espalda y se fue a la zona de duchas. Yo me quedé allí de pie algunos minutos tratando de recobrar fuerzas. Luego caí en cuenta que tendría que ducharme y limpiarme para un próximo encuentro. La tarde prometía. 
 

Me fui a la zona de duchas y allí mientras me lavaba estaba saliendo el tío que se había apoderado de mi leche. Yo sentía que tenía el deber de devolverle las caricias que me había prodigado. Entonces le pregunté si no deseaba que nos viéramos en el cuarto oscuro o nos metiéramos en alguna cabina. Me contestó que no. Que sería para otro día. Que iba de salida. Que se había corrido tres veces hoy. ¡Lástima! Pensé yo. Sin embargo, me llene todo de ilusión pues la tarde en el Sauna Bruc prometía.


Nada más lejos de la verdad. Apenas salí de la zona de duchas, seguían los tres mismos tíos dando vueltas. El tío que se había estado haciendo unas pajillas con su flácida polla se había puesto un paño. Entré al Sauna de vapor y habían dos tíos uno equidistante del otro. El más gordillo estaba acostado boca arriba sin ningún pudor con las bolas al aire. El otro tío estaba sentado con el paño puesto y comenzó a magrearse apenas entré. Ninguno me apetecía. Seguí dando vueltas, iban llegando tíos pero parecía que yo no era agradable a algunos. Se iban pasando las horas y el ambiente estaba lento. Decidí irme a recorrer los bares de Barcelona.


A veces los días de semana en las saunas son así. A veces te encuentras con mamadores que no te dan tregua o con tíos con ganas de follar y de repente, no hay nada que hacer en las siguientes horas. Le dediqué un último pensamiento al tío de la mamada. En verdad él no quería ser como cualquiera.