lunes, 5 de febrero de 2018

El Jordi (o ver la leche correr)





Mis encuentros homosexuales se han mantenido casi siempre en el anonimato con lo que respecta a otros tíos, es decir, no mantengo un lazo emocional con algún tío en especial, aunque he tenido temporadas de ‘noviazgo’ con tíos como Federico, es casi imposible que me pase algo similar con otros tíos. En el ámbito gay donde me muevo soy promiscuo. Comprender eso me permite entender el nombre de blogs como "Días de Vicio", os comento que esto de andar repartiendo polla se convierte en un vicio de verdad, a veces, uno lo que quiere es mamar y pajear a un buen macho, sin contar lo que yo llamo  "temporadas de reina pasiva", que son los períodos en que deseo estar boca arriba en algún sling, con las patitas bien en alto, deseoso que me lubriquen el ojete y que una polla generosa en tamaño y envergadura comience a hurgar en mis entrañas. Estos son períodos muy cortos, pues por lo general me considero activo, pero hay días de días, y cuando me entran ganas de hacerme la perra no hay quien me detenga. Otra cosa es tener suerte en esos días, porque ha resultado que los días que amanezco más pasivo y planifico mi tarde para pasar horas en la sauna, o no consigo macho que me folle o por caridad me toca ser activo toda la velada.

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xCosa diferente es repetir con otros tíos en las saunas que cuando iba a la sala X. En el cine de vez en cuando os podéis encontrar una y otra vez con los mismos tíos. Era fácil suponer quienes eran con solo verlos caminar en la oscuridad. Algunos los reconocía solo por el olor, a otros era tan solo sintiendo la textura de las manos y eso bastaba para saber quienes eran. Estos tíos que se pueden llamar ‘habituales’a veces me ahorraban un tiempo valiosísimo, pues sabiendo ya qué cosas les gustaban, me era más fácil abordarlos. Si deseaba conseguir una mamada, pues, tan solo me bastaba acariciar una tetilla, acariciar los cojones directamente, y con los más tímidos me iba con unas cuantas caricias en la entrepierna o la espalda. Estos tímidos podían resultar ser unos mamadores eficaces y en algunos casos eran los típicos tíos que no te sueltan la polla hasta que te has corrido completamente.

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Recuerdo especialmente a un tío al que he decidido llamar Jordi. Aquel verano que pasé en Barcelona, hubo un tiempo en que decidí pasar una semana entera metido en la Sauna Corintio o Bruc, realmente ya no recuerdo. La decisión se debió ha que había tenido una semana horrible de trabajo, en la cual realicé jornadas de más de catorce horas y todo porque había que cerrar un proyecto con una compañía holandesa. Después de tanto trabajo y del éxito de mi gestión, la junta directiva decidió gratificarme con una semana libre. Yo hubiese preferido un aumento de sueldo, pero bueno, unos días libres que no se descontarían de mis vacaciones no vendrían nada mal. Tendría los días libres, pero la única condición es que no me alejara de Barcelona por si acaso necesitaban de urgencia mis servicios. Así que a partir de eso, me organicé para estar dentro de alguna de las saunas desde las 15 hrs hasta que el cuerpo aguantara en la semana que estaría "libre". Me había sentido de pronto con ganas de satisfacer y explorar mis deseos homosexuales y disfrutar de mi sexualidad al máximo. Sentir caricias, besarme con otros tíos, follar en pareja, tríos, cuartetos u orgías. En otras palabras, había decidido explotar y experimentar mis sentidos en todas las formas posibles. 

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XEl primer día que dediqué a tan maravillosa faena, apenas entré en el área de las duchas me cogió un chico jovencísimo, quien creo era extranjero y le dí de mamar allí, en la ducha. El chico se arrodilló, era rubio, delgado, de cabellos un poco largo y barba de cuatro días. Tenía un talento soberbio para las mamadas. Lo hacía tan bien que sentí cerca la llegada del orgasmo. No quería correrme inmediatamente, así que le pedí que me dejará descansar un rato y podríamos vernos en unos 30 minutos en algún rincón para hacernos unas pajas. A veces me gusta disfrutar del sauna y no irme de una vez a las tibias caricias o al hirviente orgasmo. El tío tenía una polla enorme como de 22 cms, de esas que provocan pajear y no quería perder la oportunidad de ver cómo saldría la leche en esa bellísima y monstruosa polla, pero tampoco estaba de ánimo de liarme tan rápido. El tío pareció entender pero no me respondió, alejándose lentamente de mí con un aire de cierta tristeza y a la vez de resignación. No lo volvería a ver ni ese día ni los siguientes.

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Después de terminar la respectiva ducha, rabo limpio y culo lubricado, decidí dar una vuelta y me sucedió lo de todos los veranos. La sauna en verano a la hora de la siesta estaba desierta. Habían como tres o cuatro tíos, pero la actitud era de pasivo-en-descanso, es decir, aquel activo o pasivo que viene de una follada y desea descansar un ratito antes de retomar los juegos del vicio y del placer.

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Pero me topé con un tío gordito, socarrón, calvo, de bigotes, ojos pequeños y nariz aguileña, pelo en pecho, cuerpo entre osete y renacuajo. Era blanco, realmente pálido, sobre todo tenía aspecto de pinguino. Físicamente no era nada agraciado, pero tenía una mirada lujuriosa de esas que dicen "¿Qué esperas tío? ¡Ven! ¡Acércate que yo como tu polla!". Si hay algo que me ha caracterizado desde que decidí compartir mi cuerpo con otros hombres es no ser tan exigente en el físico, eso sí, en la higiene son un obsesivo. Él estaba en uno de las cabinas y me sonrió. Así que me acerqué. Cerré la puerta. Me quité la toalla y le dí de mamar pues era lo que notaba me decían sus ojos. ¡Oh, tíos! ¡El cielo me había premiado!¡Qué boca más prodigiosa en el arte de la mamada! Tenía una manera de mamar ese tío que era esplendida. Con mucha suavidad se iba concentrando en el glande mientras que con una mano iba acariciando mis cojones que estaban llenos de leche. A medida que iba creciendo mi pene, el tío parecía sacar provecho de mi presemen y cada cierto tiempo se detenía y pasaba su lengua meticulosamente sobre mi uretra. Sabía sacarme el líquido seminal muy suavemente y se veía que le gustaba y lo saboreaba hasta más no poder. Cuando sentía que me iba a venir, yo retiraba mi polla y respiraba hondo, el tío entendía perfectamente qué pasaba. Entonces me apretaba el pene a la altura de los huevos o directamente a la raíz del pene. El tío antes de llevársela de nuevo a la boca pasaba su lengua en la uretra, luego chupaba suave pero intenso hasta que continuaba con la mamada.

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Esa semana Jordi y yo nos hicimos ‘amigos de mamadas’. Siempre yo fui el activo y él un gran mamador. Nunca le hice una paja o me lo follé porque el tío no se dejaba. Además, a pesar de que en plena mamada me provocaba que me metiera el dedo en el culo no se lo pedí y él tampoco lo buscó. Esa semana, que me gasté una buena pasta en saunas, se vió recompensada con la presencia diaria del Jordi. No sé si era socio del local, visitador habitual o tenía acciones en la sauna. El Jordi siempre estaba dispuesto a mamar hasta que no quedara una sola gota de leche. Y después de correrme la primera vez, me iba a las duchas, me secaba, me acercaba al bar, me tomaba algunas cervezas y como a los 45 minutos volvía a encontrarme al Jordi en el mismo sitio, con la misma mirada y pues, tenía que darle de mamar de nuevo. Era tan meticuloso y ágil en las mamadas que el chorro de semen era casi tan abundante como en la primera eyaculación. Yo personalmente estaba sorprendido de tanta bondad, agilidad y técnica para saborear cada elemento de mis jugos seminales y sobre todo para poderlos extraer como si anteriormente no me hubiera corrido.

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El primer día que me corrí con Jordi lo hice sobre el piso, pues el tío así me lo pidió. Como me lo topé varias veces esa semana en los días de sauna, Jordi se convirtió en en mi mamador oficial, por lo cual, en otras ocasiones acabé por petición suya en su pecho, dos veces me masturbé acabando en la boca y una vez, mi favorita, acabé en su lengua mientras el tío daba golpecillos con su lengua en mi glande. Una sola vez el tío decidió tragarse toda mi leche, sin derramar una gota de semen. Y yo accedí, a pesar de lo visual que soy y de cómo me gusta ver que la leche corra.

2 comentarios:

  1. Siempre resulta interesante tener tus habituales en un local que frecuentas.
    Gente que, como dices, ya sabes que si te enrollas, sabes como va a ir la cosa, más o menos.
    Es como una garantía.
    Siempre que no se convierta en una obligación el tener que liarte con él cada vez que uno se lo encuentre, cosa que obliga a uno a excursarse o escabullirse, jejeje

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